A FONDO - En el verano de 1391 ardieron las juderías de la península ibérica, tras décadas de crisis, recesión, vacío de poder tanto en la corte como en el arzobispado de Sevilla, además de tres olas de peste y aires de reforma a punto de estallar en el cristianismo. La salida fue la hostilidad contra los judíos, chivos expiatorios de todos los males, que debieron abandonar sus hogares y aislarse en el campo. De todo ello y más nos habla la Profesora Titular de Historia Moderna de la Universidad de Jaén, María Antonia Bel Bravo.
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