Con su labor de investigación e identificación lograron sentar ante la justicia a Klaus Barbie, conocido como “el carnicero de Lyon”, que permanecía oculto en La Paz (Bolivia) bajo el nombre de Klaus Altamann. A él se sumó una importante lista de antiguos jerarcas nazis entre los que se encontraban Ernst Heinrichsohn, Herbert Hagen o Kurt Lischka, antiguo jefe de la Gestapo en París. Su labor investigadora y de identificación les ha convertido en unos referentes en la lucha contra la impunidad y en unos destacados activistas en favor de los derechos humanos. Sus “Memorias” relatan una vida de llena de complejas búsquedas y viajes alrededor del mundo para ser, como a ellos mismos les gusta definirse, “defensores de las almas judías perseguidas”.