EL BUEN NOMBRE, CON ALEJANDRO RUBINSTEIN - El paso del tiempo y de las vicisitudes históricas han tenido un impacto determinante incluso en la onomástica judía, en los nombres elegidos para ser llamados. Durante el milenio que va de la destrucción del Segundo Templo al inicio de las cruzadas, los judíos se vieron sometidos a distintas influencias en función de su lugar de residencia en las distintas diásporas. La irrupción del Islam y su período de tolerancia religiosa durante el inicio de su estancia en la península ibérica, propició un cambio de capitalidad espiritual de Babilonia a Sefarad, y la consiguiente influencia en los nombres, algunos de sentido fonético similar (Julius por Hillel, o Paulo por Saulo), de significado (Teófilo por Yedidiá) o una simple doble fórmula (Pedro combinado con Simón), otros definitivamente árabes (Dunash) pero que adquieren carta de naturaleza entre los judíos.
DESDE LAS X JORNADAS SEFARDÍES EN LA RIOJA –"Las Tacanot de Castilla de 1432 y su repercusión en el derecho de familia en las...
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