DESDE ARGENTINA, CON NUEVA SION - Hace unas semanas, se produjo un encuentro esencial, de esos que se pueden vivir quizás sólo una vez en la vida: el de Jacqueline Gies, nieta de un genocida nazi, con Sara Rus, sobreviviente del Holocausto y Madre de Plaza de Mayo, y su nieta Paula Scheinkopf, generado por el Centro Ana Frank Argentina. En esta nota, intento capturar algo de ese momento, en el que los relatos, las miradas y los diálogos emergieron en un contexto de silencio y asombro. Si existen voces poco escuchadas en todo el mundo, éstas son las de aquellos familiares de personas que fueron partícipes activos en la perpetuación de un genocidio. Miedo a posibles cuestionamientos o vergüenza son las emociones que a menudo transcurren en el interior de quienes cargan en su cuerpo y en su mente una historia terrible, insoportable, de las que no fueron ni partícipes, que ocurrieron -en la mayoría de los casos- cuando aún no habían nacido.
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