HOMENAJE - Eso decía de sí mismo el neurólogo eterno, que era un "viejo ateo judío". También fue "impío, excéntrico e infantil en el mejor sentido de la palabra". Era además homosexual, feliz y un -como nos dice Alicia Perris- "narrador, un contador de historias" y una eminencia que "trataba con enfermos, no con enfermedades".
"Cuando las personas mueren, no pueden ser reemplazadas. Dejan un agujero que no se puede llenar por cuanto es el destino -genético y humano- de cada ser humano el ser único, encontrar su propio camino, vivir su propia vida, morir su propia muerte", escribió Sacks en su carta de despedida. Seguro que ya han leído y oído mucho acerca de Sacks y su obra -Despertares, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, La isla de los ciegos al color...- pero ahora Alicia Perris nos "despierta" a detalles más desconocidos de este neurólogo de la mente y de lo humano: sus vinculaciones familiares, su infancia y sus aficiones, por ejemplo.
Perris homenajea a un hombre que se consideraba un privilegiado: "Por encima de todo, he sido un ser sensible, pensante, en este bonito planeta y eso es en sí mismo un enorme privilegio y aventura"
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